De tipología denominada de Montaña, se ubica en una cima plana, dominando el casco urbano. Según Cristobal Guitart, debió contar con una coracha o muro defensivo, que lo uniese con la Puerta de Marzo, tal como el de Fortanete. Desde el siglo XII, perteneció a los Templarios, pasando después a los Hospitalarios. Se encuentra en estado casi residual, pero suficiente para poder constatar que se componía de dos recindos y un Don Jon o torre de homenaje. Era un castillo militar-estratégico, en el que raramente vivía el señor, dedicado más a la protección y cobijo de las gentes que a vivienda-palacio de los señores.
Los recintos del Castillo
El primer recinto al exterior (120x30m = 3.600m cuadrados), era la primera línea defensiva, en el nordeste, de la cual podemos constatar unos gruesos muros (180cm), compuestos de dos paramentos rellenos de casquijos, que protegen la parte más vulnerable por su falta de desnivel. Al suroeste del primer recinto, nos encontramos con un muro que sigue las curvas del terreno, y en el cual podemos ver las saeteras, así como la entrada al recinto.
Como este muro parte hacia el casco urbano, probablemente formaba una coracha hasta la Puerta de Marzo. El segundo recinto se limita a la parte más elevada y plana, de dimensiones más reducidas (20x70m = 1.400m cuadrados); posee también una clara abertura en el sureste y otra en el norte, tallada en la roca. Es el conjunto más completo y más defendible.
En él se situa la ermita de los Pueyos, y sobre un espolón natural, la torre del homenaje o Don Jon. Es probablemente un castillo de origen árabe, similar a los de Alfambra, Aliaga o Cedrillas, los cuales, como éste, se adaptan uniéndose al terreno del cerro, creando y multiplicando sus defensas.
El Portal de Marzo
Por un paraje de huertos y arbolado transcurre el camino hacia el Estrecho y Ladruñán. La salida del casco antiguo se efectúa por el Portal de Marzo, único resto de la muralla que existió en su día. Además del bello conjunto, cabe destacar el buen aparejo que lo forma, y las almenas de tipología rectangular, rematadas por pirámides. En éstas se abren las saeteras, quedando protegido el defensor al no tener que estar en el vano existente entre las almenas.
Por sus dimensiones y su construcción, la puerta de arco de medio punto, es muy similar a las existentes en la muralla Templaria de Mirambel. Esto nos permite deducir que su construcción data probablemente del siglo XIII.
Ermita de los Pueyos
Situada en el espolón del Castillo, se ubica en las ruinas de sus dependencias. En la fecha de su construcción en 1687, que suponemos fué a continuación de la segunda fase de la de San Blas en 1684, probablemente no existía gran cosa del Castillo. El emplazamiento se reutilizó sobre el espolón, lugar mítico por excelencia debido al simbolismo de la Montaña Sagrada, heredado de la concepción de los autores bíblicos, que hace pensar en uno de los episodios que domina el Antiguo Testamento.
No es en una llanura cualquiera donde Dios se revela ante Moisés, sino en la cresta de una montaña árida y abrupta, que domina y visualiza grandes espacios. Esta situación privilegiada, la encontramos asimismo en otras muchas ermitas de la comarca. De estilo barroco sobrio, de una sola nave, consta de cúpula con linterna y la nave es rectangular. Al oeste se extiende una dependencia de la que desconocemos su utilidad: vivienda del ermitaño, sacristía, etc. Al norte se extienden restos de unas estructuras en tapiel sobre mampostería, que seguramente eran utilizadas por las romerías que se efectuaban desde otros pueblos de la comarca en el día de la Asunción.
Según el padre Alberto Faci, anteriormente la ermita se llamaba "del Milagro", pero desconocemos de qué milagro se trataba. Las dependencias que rodean la ermita, fueron probablemente regidas por la Cofradía de Nuestra Señora del Pueyo, que se creó con la finalidad de ensalzar la veneración de una hermosa talla de la Virgen y el niño Jesús.
El tejado ha desaparecido, pero el tambor de la cúpula se conserva esgrafiado, de excelentes canóforos que soportan canastillas con frutas y flores, y del que se derraman espléndidos ramajes. Esta decoración es muy similar a la de San Blas, lo que nos hace pensar que debe tratarse del mismo autor.